Detrás del proyecto

Del norte de Noruega a las selvas de Ecuador: cómo nació Nido Nómada

Desde los paisajes helados del Ártico hasta la selva vibrante de Ecuador, así nació Nido Nómada: un proyecto nómada, creativo y profundamente conectado con la naturaleza. Esta es nuestra historia, contada con emoción, raíces y propósito.
Última modificación: 12/04/2025
Pareja de renos caminando entre la nieve en un bosque nevado de Noruega.

Índice

Del norte de Noruega a las selvas de Ecuador: cómo nació Nido Nómada

Todo proyecto tiene un origen. A veces es un lugar. Otras, una intuición. En nuestro caso, Nido Nómada nace del cruce entre dos caminos que ya llevaban tiempo explorando la fotografía, el diseño, la comunicación y la naturaleza desde dentro. Esta es nuestra historia: una historia de encuentros, territorios, aprendizaje y propósito.

Un inicio en tierras frías

La primera semilla de Nido Nómada se plantó en el norte de Noruega, en un lugar donde la naturaleza habla alto, aunque el silencio sea absoluto. Allí, donde las auroras boreales pintan el cielo con verde eléctrico y los días duran apenas unas horas en invierno, descubrimos el valor de detenernos. De escuchar. De observar con atención.

Vivir en un entorno así no solo cambió nuestra forma de mirar, también transformó nuestra forma de estar en el mundo. Las condiciones extremas nos enseñaron a trabajar con lo que hay, a valorar cada rayo de luz, cada huella sobre la nieve. Entendimos que las historias no siempre necesitan palabras: a veces basta con una imagen tomada en el momento justo, un encuadre silencioso que contiene una emoción completa.

En Noruega empezamos a desarrollar un enfoque visual pausado, respetuoso y profundamente conectado con el entorno. La fotografía se convirtió en una herramienta de introspección, pero también de comunicación con los demás. Aprendimos a contar sin invadir. A crear sin forzar. A comunicar desde lo que es, no desde lo que debería ser. Esa mirada sigue con nosotras hoy, en cada proyecto.

De las montañas al trópico

Después de los paisajes nevados, el viaje nos llevó a otro mundo completamente diferente: la selva ecuatoriana. Pasamos del blanco al verde, del silencio polar al bullicio del trópico, de la inmovilidad al movimiento constante. Ecuador nos recibió con una intensidad desbordante, tanto visual como emocional.

Allí descubrimos otra dimensión de la naturaleza: más compleja, más densa, más interconectada. La biodiversidad de la selva no solo nos deslumbró, también nos hizo cuestionarnos. ¿Cómo se sostiene esta red inmensa de vida? ¿Qué papel tenemos las personas dentro de ella? ¿Cómo contar estas historias sin caer en la simplificación?

Fue en ese entorno donde empezamos a trabajar con comunidades locales, aprendiendo de sus formas de ver y nombrar el mundo. Descubrimos que comunicar no es imponer un relato, sino traducirlo con respeto. La fotografía y el vídeo se convirtieron en herramientas para amplificar voces, para visibilizar proyectos de base, para documentar sin exotizar.

También fue un lugar donde empezamos a explorar el diseño y el marketing desde lo local: creando materiales gráficos para iniciativas comunitarias, desarrollando webs para proyectos sostenibles, ideando estrategias que tuvieran sentido dentro del contexto. Ecuador nos recordó que no hay fórmula única y que toda herramienta debe adaptarse al territorio.

Una idea que toma forma

Entre esos dos extremos —el Ártico y el trópico— empezó a tomar forma una idea. ¿Y si combinábamos todo lo que habíamos aprendido en estos años en una estructura flexible, nómada, adaptativa? ¿Y si construíamos algo propio, que reuniera lo que más nos apasiona: la fotografía, el diseño, la comunicación con propósito y el amor por la naturaleza?

No queríamos fundar una agencia tradicional. Queríamos crear una plataforma viva. Algo que creciera con nosotras, que pudiera moverse, escuchar, mutar. Un espacio donde el marketing no fuera sinónimo de consumo, sino una herramienta para generar impacto positivo. Donde el diseño no fuera superficial, sino funcional y coherente con los valores de cada proyecto. Donde la fotografía no solo ilustrara, sino narrara. Donde lo digital no sustituyera a lo humano, sino que lo potenciara.

Así nació Nido Nómada. Como una intuición que pronto se convirtió en necesidad. Como una respuesta a muchas preguntas. Como una forma de juntar todas las piezas que teníamos y ponerlas al servicio de algo más grande que nosotras.

Hoy: lo que somos y hacia dónde vamos

Hoy, Nido Nómada es el reflejo de ese camino. Somos una estructura ligera pero sólida. Nómada, pero comprometida. Con raíces en muchos lugares y mirada global. Ofrecemos servicios de estrategia, comunicación, diseño, fotografía, vídeo y formación. Pero más allá de los servicios, ofrecemos una forma de mirar.

Trabajamos con proyectos sostenibles, turísticos, culturales, sociales y creativos. Nos involucramos desde el inicio, acompañamos durante el proceso y celebramos cada pequeño logro como si fuera propio. Porque lo es. Porque solo aceptamos proyectos en los que creemos. Porque si no resuena con nuestros valores, no tiene sentido.

Mirando hacia adelante, queremos seguir creciendo sin perder la esencia. Ampliar redes, sumar colaboraciones, explorar nuevos formatos, seguir aprendiendo. Mantener el corazón en cada imagen, en cada web, en cada estrategia. Y, sobre todo, seguir poniendo la comunicación al servicio de quienes cuidan del planeta, de sus culturas y de sus paisajes.

Esta es nuestra historia. Y también nuestra invitación. Porque creemos que contar lo que vale la pena también puede transformar el mundo. Y porque seguimos creyendo que las mejores historias —como los mejores proyectos— aún están por contar.

nidonomada

Nido Nómada es un proyecto dirigido por Adrián Ordieres y Naia Pascual, especializado en gestión de proyectos, marketing, diseño y producción audiovisual para iniciativas sostenibles.

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